EL
DIABLO VISTE DE PRADA
Autor: Lauren
Weisberger.
Editorial: DeBolsillo
Nº páginas: 396
¿Y esto de qué
trata?:
La insistente voz de Miranda Priestly persigue a Andrea hasta en sueños:
“¿An-dre-aaa?, ¿An-dre-aaa?”. ¿Es este el trabajo con el que soñaba al salir de
la universidad? ¿Es este el trabajo por el cual tiene que estar agradecida y
sentirse tan afortunada? Sí, es la nueva asistente personal de Miranda, la
legendaria editora de la revista femenina más glamorosa de Nueva York. Ella
dicta la moda en el mundo entero. Millones de lectoras siguen fielmente sus
recomendaciones; sus empleados y colaboradores la consideran un genio; los
grandes creadores la temen. Todos, sin excepción la veneran. Todos, menos
Andrea, que no se deja engañar por este escaparate de diseño y frivolidad tras
el que se agazapa un diablo que viste un traje de chaqueta de Prada (exclusivo,
por supuesto), calza unos Manolo Blahnik y siempre luce un pañuelo blanco de
Hermès. [Texto sacado de la contraportada del libro]
¿Y a Blanca le
ha gustado?:
En general, sí. De entrada, es entretenido, divertido y glamoroso. Pero si
profundizamos en los personajes, la cosa cambia. Andrea, la protagonista, se va
volviendo más creída a medida que avanza el libro. Puede que la autora lo haya
hecho a propósito para que los lectores podamos apreciar el cambio radical de
la chica al entrar a trabajar para Miranda. Por ello, Andrea no ha sido en todo
momento mi personaje favorito; hasta puede que me haya resultado un poco
desquiciante. Miranda, la jefa que viste de Prada, es insoportable, cruel, egocéntrica
y nada empática. En este caso, el personaje sí que está hecho para ser odiado.
Para mí, el mejor personaje del libro es Alex (el novio de Andrea); creo que tiene
toda la paciencia del mundo soportando a Andrea y todas sus quejas sobre el
trabajo. Probablemente si la figura de Alex no hubiera estado presente en la
historia, habría dejado el libro hacía mucho tiempo.
En cuanto a la trama, la
autora presenta al lector el mundo de la moda como algo superficial y
aborrecible. Desafortunadamente yo no estoy muy interesada en este tema, por lo
que me ha sorprendido que fuera una especie de dictadura dirigida por unos
pocos afortunados, entre ellos Miranda Priestly.