Todos
los días. Todos los días sentado en el mismo sitio a la misma hora sólo para
verla. No sé su nombre ni su edad, pero no puedo parar de pensar en ella. La
conocí el tercer día de instituto: yo llegaba tarde a clase de mates cuando
choqué con ella.
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Perdona – dijo agachándose a recoger las carpetas esparcidas por el suelo.
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No pasa nada – respondí yo ayudándola.
Entonces
mi fijé en ella. Lucía unos pantalones vaqueros cortos y una camiseta blanca
holgada. Llevaba el pelo recogido en un moño. Desde aquel momento supe que
estaba enamorado.
Enhorabuena; tu relato me gusta mucho, si bien le falta algo de "chispa". Sigue tomándotelo en serio y podrás llegar a ser una gran escritora.
ResponderEliminarPD.: El hecho de que sea tu padre no significa que esté adulándote sin motivo. Besos.