miércoles, 27 de mayo de 2015


EL DIABLO VISTE DE PRADA

 

Autor: Lauren Weisberger.

Editorial: DeBolsillo

Nº páginas: 396

 

¿Y esto de qué trata?: La insistente voz de Miranda Priestly persigue a Andrea hasta en sueños: “¿An-dre-aaa?, ¿An-dre-aaa?”. ¿Es este el trabajo con el que soñaba al salir de la universidad? ¿Es este el trabajo por el cual tiene que estar agradecida y sentirse tan afortunada? Sí, es la nueva asistente personal de Miranda, la legendaria editora de la revista femenina más glamorosa de Nueva York. Ella dicta la moda en el mundo entero. Millones de lectoras siguen fielmente sus recomendaciones; sus empleados y colaboradores la consideran un genio; los grandes creadores la temen. Todos, sin excepción la veneran. Todos, menos Andrea, que no se deja engañar por este escaparate de diseño y frivolidad tras el que se agazapa un diablo que viste un traje de chaqueta de Prada (exclusivo, por supuesto), calza unos Manolo Blahnik y siempre luce un pañuelo blanco de Hermès. [Texto sacado de la contraportada del libro]

              

¿Y a Blanca le ha gustado?: En general, sí. De entrada, es entretenido, divertido y glamoroso. Pero si profundizamos en los personajes, la cosa cambia. Andrea, la protagonista, se va volviendo más creída a medida que avanza el libro. Puede que la autora lo haya hecho a propósito para que los lectores podamos apreciar el cambio radical de la chica al entrar a trabajar para Miranda. Por ello, Andrea no ha sido en todo momento mi personaje favorito; hasta puede que me haya resultado un poco desquiciante. Miranda, la jefa que viste de Prada, es insoportable, cruel, egocéntrica y nada empática. En este caso, el personaje sí que está hecho para ser odiado.

Para mí, el mejor personaje del libro es Alex (el novio de Andrea); creo que tiene toda la paciencia del mundo soportando a Andrea y todas sus quejas sobre el trabajo. Probablemente si la figura de Alex no hubiera estado presente en la historia, habría dejado el libro hacía mucho tiempo.

En cuanto a la trama, la autora presenta al lector el mundo de la moda como algo superficial y aborrecible. Desafortunadamente yo no estoy muy interesada en este tema, por lo que me ha sorprendido que fuera una especie de dictadura dirigida por unos pocos afortunados, entre ellos Miranda Priestly.

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